El submarinista no sabía que hacer y cerdito lloraba sin parar. En  ese momento llegaron al laboratorio Jorge, Natalia y Caperucita. 
– ¿Dónde  está mi cerdito querido? –dijo Caperucita. 
– Soy yo –contestó la rana–.  Estoy encantado.
Los niños se sorprendieron pero Natalia les indicó que  no se preocuparan. Cogió unos cuantos ingredientes de los que había por  allí, los mezcló y se los dio a la rana que volvió a ser cerdito  enseguida. Todos se pusieron muy contentos.
Y colorín, colorado, esta historia ha terminado.
FINAL HISTORIA 489
Créditos
Autores de este artículo: Nerea Duque
Curso: 5ºB.
Centro: CEIP Botànic Calduch.
Localidad: Vila-real.
Provincia: Castellón.
País: ESPAÑA.
Tutor: Pepe Meneu

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